lunes, 5 de agosto de 2013

10:28...


                Pocas veces me preocupo por el tiempo, trato de sobrevivir a cada día sin buscar en las agujas del reloj la miseria que da ver la muerte agónica de cada hora, minuto, segundo…
                Si bien el tiempo es importante para aquellos entusiastas que planifican su vida segundo a segundo y que convierten sus días en una suerte de esquema perfectamente ordenado y minucioso, yo sólo trato de no caer presa del hastío que deja la soledad...
                Todas las horas me son indiferentes al igual que los sueños que muchos utópicos puedan tener y amar tan encarecidamente, pero siempre hay un momento que roba mi atención noche tras noche y me hace pensar en que tan importante puede ser ya que aparece sin aviso alguno y huye tal cual ladrón con su botín entre las manos, frías, como de ladrón muerto, ¿Será un recuerdo?
                Un instante de un par de minutos, tres a lo mucho; cuando cae la noche algo me impulsa a ver mi reloj, diez y veintiocho marcan las tristes agujas olvidadas, noche tras noche ocurre lo mismo, el mismo deseo a la misma hora y con un único agravio hacia mi paz, el no saber que recuerda mi cuerpo ya que mi alma lo ignora…
                Pueden ser caricias dadas a esa hora, besos perdidos en la noche, diez caricias y veintiocho besos dulces quizás, puede ser todo, puede ser nada.

                Si yo lo recuerdo, alguien más podría sentir lo mismo, tal vez a la misma hora y nos extrañemos, o puede ser que ese alguien extrañe en otro momento del día, a otra hora, a otro…

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