Dios siempre fue tuyo, nuestro en ocasiones, pero mío jamás.
Tuyo el orgullo que me golpea inclemente por las noches
cuando intento olvidarte y
que aviva el recuerdo de tus brazos rodeando mi cuerpo al
igual que este frio que me hace temblar.
Tuyo este corazón que robaste alguna noche, noche que aunque
oscura, fue deslumbrante para alguien que nunca logro ver.
Tuyo es el mundo que devoras a grandes bocados, tragándolo gustosa
y haciéndolo parte de ti.
Tuyo lo será todo, será lo que quieras cuando lo quieras y así
será por siempre.
Tuyo será cada pensamiento y deseo, cada risa y cada
aventura se postraran ante ti, todo puede ser tuyo menos la verdad, la verdad
que nunca quisiste pero que sin saber aún buscas.
A veces buscamos sin saber qué. En este caso la verdad, que puede que este delante de sus mismas narices.
ResponderEliminarAsí ocurre y esto duele...
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