miércoles, 7 de enero de 2015

Mi enfermo hogar...



Hay días en los cuales el planeta se levanta de resaca, con mucho asco y dolor...
En esas ocasiones los vientos soplan fuerte, la tierra se sacude y el mar se pone un poco inquieto, como cuando traemos una piedra en el zapato.
A pesar de sus intentos de mejora, aquellos que habitamos la Tierra nos aferramos a ella como alimañas, desgarrándole y eliminando su belleza.
El planeta sigue su lucha, la tierra se mueve con ira, el frío se hace inclemente y el mar es menos calmo cada día. A pesar de todo esto, los habitantes del ya enfermo planeta aún seguimos en él.
Luego hay días como este, donde ni los vientos o mareas logran lo que unas cuantas personas con odio suficiente realizan en algunos minutos.
La esperanza de nuestra Tierra hermosa ha llegado y es el odio entre nosotros mismos, cada quien se deshace del que está al lado, de aquel que cree en dioses diferentes o de aquellos que aman de manera diferente ante los ojos inquisidores de la “mayoría”.
Una cura lenta y dolorosa, solo espero que la herida no sea muy grande y que la cicatriz no arruine las bellezas que nuestro hogar guarda tan celosamente.